¿Será Síndrome Posvacacional?

sindrome_posvacacional_1Septiembre es mi segundo enero. Aquí te cuento por qué.

Y si algo le caracteriza, además de su bipolaridad, es que suelen acompañarlo unos cuantos indicios de lo que llaman el Síndrome Posvacacional. Sin entrar en diagnósticos serios (los cuales desconocemos), aquí van 10 claves que nos harán sospechar.

10 síntomas de que padeces el Síndrome Posvacacional

  • 1.- Te autodiagnosticas sus síntomas antes de padecerlos
    • Los tres últimos días de vacaciones te los pasas sufriendo prematuramente la vuelta a la realidad. Tu cuerpo huye de pensar pero tu mente cronometra las horas que quedan para el fin. DRAMA.

  • 2.- El atasco en coche o la aglomeración en metro te irritan de manera sobrenatural
    • Joder. Dios. Arg. Coño. Mierda. Una serie de interjecciones maravillosas fluyen como fuego ardiente desde lo más hondo de tu ser. El atasco es el mismo de siempre pero hoy escuece más.
  • 3.- Efecto campamento
    • Sean amigos, familia, pareja o desconocidos (aunque ahora inseparables), tus compañeros de viaje han estado contigo hasta para ir a hacer pis. Solo han pasado 15 horas, 17 minutos y 8 segundos sin verlos, pero de repente los echas de menos trágicamente. El efecto preadolescente del final de viaje brota y rozas peligrosamente la exaltación de la amistad (#osquiero #foreverandevertogether #SuperVerano2014).
  • 4.- Dudas por un momento de la contraseña de tu ordenador
    • La usas todos los días del año. Pero tu cabeza se niega por un momento a admitir el retorno a la rutina y se rebela en forma de olvido. Es efímero y enseguida aterriza en tu memoria, pero vives un instante de preocupación. ¿Me he vuelto tonto? Ay dios mío. MÁS DRAMAS.
  • 5.- No hay café suficiente para inyectarte en vena
    • No importa que te tomes uno al salir de casa, otro al llegar a la oficina, otro a media mañana y otro después de comer. No existe plantación en la tierra que abarque tus necesidades vitales del día de hoy. Te arrastrarás irremediablemente por la oficina como alma en pena y café en vena.
  • 6.- Dos partes de tu cuerpo han multiplicado su peso.
    • Los párpados de tus ojos, que pesan más o menos lo que tu maleta aún por deshacer por falta de valor.
    • Las yemas de tus dedos, que requieren de un esfuerzo extra para desplazarse de una letra a otra de tu teclado. Puf. Sé fuerte.
  • 7.- Valoras más que nunca al compañero guay de la oficina 
    • Ese que te saca a tomar el octavo café y a ponerte al día del estado actual de la jungla. Preferirías un reecuentro entre cervezas, cierto es. Pero das gracias al cielo por dejarle caer dos sillas más allá.
  • 8.- Desgastas el reloj de tanto mirarlo
    • Qué hora será ya. Las 9,25. Qué hora será ya. Las 9,26. ¿Se me ha parado el reloj? Oh, no. Es la realidad. Torta en la cara. Tic tac. Tic tac. Y así sucesivamente hasta generar agujetas en la muñeca de tanto girarla. «Allí no importaba qué hora era, no había horarios, me sentía libre, ¿sabes? o sea como el viento». DRAMÍSIMA.
  • 9.- De repente eres todo nostalgia
    • Te pasas el día recordando qué hacías en vacaciones a esa hora: ahora me estaría despertando, ahora estaríamos bajando a la playa, ahora estaríamos pidiendo en el chiringuito una cerveza… ahora… Y suspiras con cada recuerdo. Aisss… (AUTOMARTIRIO)
  • 10.- Asumes el contagio.
    • Vale. Ya está: lo primero es admitirlo y tú estás contagiado. Pero no temas: tiene cura y se llama tiempo. Dramatiza lo que haga falta. Estás en tu derecho. Mantén vivo algún recoveco de tus vacaciones para hacer la vuelta más llevadera. Y sobre todo, mucho ánimo y mucha, mucha paciencia.  Feliz realidad.

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Y también sobre septiembre: «Mi otro enero eres tú»

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6 comentarios en “¿Será Síndrome Posvacacional?

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